Bernardo Navazo, Coordinador
de Defensa de la Fundación Alternativas
(Post publicado originalmente en el blog de la Fundación Alternativas de El País)
De los riesgos y amenazas a los
que se enfrenta nuestra comunidad política la Estrategia de Seguridad Nacional
da buena cuenta. Cuenta España así con un glosario de los primeros ante los que
debe asegurarse (p. ej., catástrofes naturales, proliferación de armas de
destrucción masiva, inestabilidad regional) y de las segundas ante las que
protegerse (mantenimiento de la disuasión, terrorismo internacional, crimen
organizado, inter alia).
Y para llevar a cabo tales tareas
de seguridad y defensa, nosotros, como comunidad política, encargamos ésta a
varios departamentos (un Ministerio de Defensa, un Ministerio de Interior, un Centro
Nacional de Inteligencia, etc.), departamentos que, a su vez, requieren de
ciertos activos militares (sistemas de armamento y de protección, entre otros) que
son (lógicamente) producidos por industrias, al tiempo que se procura (y este
razonamiento no es ya tan evidente) que las importaciones no sean más que las
mínimas y que la producción de estos sistemas sea (casi) siempre propia.
“Que las importaciones [de
defensa] no sean más que las mínimas y que la producción de estos sistemas sea
(casi) siempre propia”.
¿Por qué este (algo anacrónico)
alegato a la autarquía en la industria de la Defensa? La razón, doble. En
primer lugar, si debemos gastar en Defensa (gasto, a primera vista, no
productivo[i])
para proteger la comunidad política que conformamos, que deje al menos ese
gasto retornos económicos dentro de nuestras fronteras (puestos de trabajo
cualificados, tejido industrial y tecnológico). Y en segundo lugar, y en pro de
la capacidad de acción independiente del país ante una crisis de seguridad propia,
mejor no depender de un suministrador o fabricante extranjero sobre el que, en
caso de extrema necesidad y urgencia, no tendremos más poder de persuasión que
la letra del contrato (and we all very
well know que inter arma silent leges).
De ahí la especial imbricación de
la industria del sector con la seguridad y la defensa del país en el que nace.
Y es que la independencia estratégica y capacidad de acción de dicho Estado
depende no sólo, y entre otras variables, de sus capacidades militares, sino
también de sus capacidades industriales
tecnológicas: que ante una crisis de seguridad la acción que decidamos
emprender no necesite del plácet o de la anuencia del suministrador extranjero que
proporciona ese activo militar o esa tecnología que resultan críticos.
De este modo, y si pueden
permitírselo, los Estados buscan eliminar estas dependencias industriales de
terceros (cuya reacción en un momento de crisis permanece fuera de control).
Así, la industria de Defensa es
Defensa. Y si, como abríamos este post,
de lo segundo pensamos estratégicamente (qué riesgos, qué amenazas, qué
oportunidades; cómo asegurarnos, cómo protegernos, cómo aprovecharlas), ¿cómo
no lo haremos del primero? (Para tales riesgos y amenazas no compartidos, para
tal oportunidad, estos sistemas de armamento, aquellas avanzadas tecnologías)
Parafraseando al clásico, “la
industria y la tecnología son los tendones de la Defensa”.[ii]
Sirva el introito anterior, algo
extenso, como un sucinto resumen de las justificaciones estratégicas de la existencia
de una industria de la Defensa, justificaciones, se admite, para las que el
adjetivo “modernista” sienta pintiparadamente (ya que hablamos de autarquía, de
“industria de la soberanía”, de estados
independientes, etc.).
Pero los nuevos vientos no están
ya tan en consonancia con estos supuestos.
Y así el pasado Jueves 6 de
Febrero la Fundación Alternativas se
preguntó, en voz alta y acompañada por la Secretaría
General de Política de Defensa del Ministerio y varios amigos y socios de
la Fundación, cómo los supuestos sobre los que se asienta, la lógica que se
aplica y las conclusiones del razonamiento anterior (que hemos denominado
“modernista”) se ven modificados por los acontecimientos geopolíticos de la
última década, enmarcando el debate con la publicación
de un documento recién salido de
imprenta por título “La Industria de
Defensa en España y sus capacidades tecnológicas”.
¿Cuáles son esas dinámicas
globales que alteran el equilibrio en el que habitaba la industria de Defensa y
a las que busca este documento dar respuesta? A saber, i) la crisis económica y
su consiguiente consolidación de gasto público, Defensa incluida; ii) la transferencia
de poder de Norte a Sur y de Oeste a Este; iii) la “securitización” de la
Defensa[iii];
y iv) nuestra sempiterna vocación europeísta e integracionista y el impulso
dado en la Unión Europea a la Política Común de Seguridad y Defensa en el Tratado
de Lisboa y, más recientemente, en el Consejo Europeo del 19 y 20 de Diciembre
del pasado año.
Lo primero (austeridad en el
gasto de Defensa) implica que el principal cliente de nuestras industrias, los
Ejércitos, no será suficiente para permitir la viabilidad de éstas, amenazando
así su supervivencia y haciéndonos dependientes, de no mediar solución, de
suministradores extranjeros.
Lo segundo (un nuevo tiempo
post-europeo) y lo cuarto (¿una posible europeización de la Defensa?) conlleva
que la emergencia del resto del mundo y nuestro ya minúsculo y decreciente peso
relativo en los asuntos globales (si en estos asuntos intervenimos como países
independientes) suponen un acicate a la puesta en común de capacidades
militares e industriales, una tarea hercúlea al lado de la cual el compartir
moneda y sus problemas asociados pueden ser considerados, por su sencillez al
comparar, con desdén.
Lo tercero nos recuerda la nueva
naturaleza multidimensional de las amenazas y que éstas infligen su daño en
terrenos más cercanos a la seguridad (ciberataques, protección de
infraestructuras críticas, terrorismo) que a la defensa (nada de lo anterior
amenaza nuestras fronteras físicas – con matices), ergo cualquier estrategia de
supervivencia de la industria de la Defensa debe admitir que los límites entre
lo que se considera tecnología civil y tecnología militar se han difuminado.
Así, una industria “modernista”
(autárquica, independiente, nacional-estatista, militar) debe imaginar cómo adaptarse
(¿abrazar? ¿moldear? ¿versatilizarse?) al nuevo mundo que asoma.
Estas son las bases de nuestra
industria, estos son los retos a los que se enfrenta y estos son los temas
sobre los que Constantino Méndez, Manuel García Ruiz, Jaime Denís Zambrana y Francisco de Argila Lefler, autores del
documento, en éste discurren.
Y si es habitual escuchar aquello
de que "son los aficionados los que se interesan por las batallas y los expertos
los que deliberan sobre industria y logística", lean pues este documento,
siéntanse unos expertos y debatan con nosotros soluciones a los siguientes
problemas que confronta el país (pues para esto, ni más ni menos, existe una
fundación como Alternativas: aportar a la ruidosa conversación pública con
honestidad intelectual y, admitido, vocación progresista): ¿qué riesgos y
amenazas son propios de España y para los cuales, por tanto, se necesita
mantener una capacidad de acción independiente? ¿Con qué otros Estados podría
España, en su opinión, cooperar en materia de Defensa y Seguridad? Y por mera
curiosidad del que escribe estas líneas, ¿con qué países jamás entrarían Uds.
en un matrimonio de conveniencia en estas lides?
UNA NOTA: el documento se publicará en la página web de la
fundación el próximo lunes día 10 de Febrero.
UNA ADENDA: el interés de la Fundación Alternativas, el
Observatorio de Política Exterior española y de su área de Defensa es el de
promover el debate en estos asuntos (siempre tan controvertidos y delicados) de
la Seguridad y Defensa. Al tiempo, el realizar un control externo al Ministerio
y a la Política española de Defensa (muy importante tarea) y proporcionar
análisis desinteresado desde una óptica progresista conforman también el leit motiv de nuestra acción.
[i]
En realidad, procurar un espacio de seguridad y orden constitucional es un sine qua non sobre el que construir una
economía: nadie invierte (nadie amplía su negocio, nadie contrata, nadie
emprende, nadie comercia) en zonas en conflicto (pues no sabes si lo creado
será respetado o si siquiera seguirá en pie mañana). Visto de este modo, es el
gasto en Defensa, en esa primera instancia, altamente productivo (sin él no hay
nada). (Cf. Adam Smith, The Wealth of Nations)
[ii] El ciceroniano “endless money forms
the sinews of war.”