viernes, 9 de diciembre de 2011

Una vez perdí un partido de fútbol 26 goles a 1

Sempiternos era el nombre de nuestro equipo. Aquel día decidí que de participar en cualquier evento competitivo en cualquier futuro no cercano, sería, sin lugar a dudas, en una competición de resolución de integrales. Ahí me encuentro más en mi terreno.

El autor de los cuentos de Stuart Little dijo el 4 del 7 del 44 aquello de que “la democracia no es más que la sospecha recurrente de que más de la mitad de la población acierta más de la mitad de las veces” (ya habréis leído la cita, sí: “democracy is the recurrent suspicion that more than half of the population is right more than half of the time”). Y nada más. Lo que viene a decir algo así como que, sin estar seguros en medio de la racionalidad limitada propia de los seres humanos, con lo espurio de los intereses de cada una de las partes, cuando casi todos llegan a un acuerdo hay pues casi todas las posibilidades de que tengamos, con todas las alarmas preventivas encendidas, casi toda la razón.

Pero es que incluso aunque sólo sea por el extraordinario peso de la competición de cifras (26 a 1) el resultado puede ser el éxito, puesto que sabemos que los efectos en política dependen tanto de los verdaderos resultados como de lo que los participantes creen. Y las percepciones de 26 barren aquellas de 1, solo 1, sin acento ni compañía.

And even if only by the sheer weight of the figure they may be right, since political outcomes also depend on political perceptions. And the perceptions of 26 against those of 1, a sole 1, sweep.

Cabe, por supuesto, la pequeña posibilidad de que lo que 26 pares de ojos no hayan visto sí lo haya hecho el de la Pérfida Albión. Pero no parece ser tal el caso cuando se estudian las razones de la postura isleña. Hélas aquí, tan espurias y electoralistas como las demás: defender la centralidad de la City como hub financiero y evitar la rebelión interna de la facción euroescéptica en los conservadores.

Estas pequeñas palabras no quieren decir que el problema económico esté resuelto: ni sé lo suficiente de sus vericuetos ni algunos expertos así lo afirman.

Tampoco quiere decir que en 20 años no pueda ocurrir aquello de que, mirando con retrospectiva, se vea como acertada la posición de los británicos.

El juicio ha de hacerse teniendo en cuenta las alternativas razonables, las probables consecuencias, el conocimiento disponible (what we now know) y demás estándares normativos.

Y si así lo hacemos, el 26 contra 1 y la presencia de espurios intereses en los 27 que bien se anulan entre ellos (Rousseau), bien aceptan que esa es la salida y todos remamos en esa dirección (Federalista No. 10) hace pensar que la aburrida tozudez de las cifras parece dictar que Cameron LLC están equivocados.

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