miércoles, 19 de mayo de 2010

Periodismo para tertulias de café (o de té)

Aún queda mucho hasta Noviembre, próximas elecciones para el Congreso de EEUU, pero bien porque el corresponsal de El País en USA Antonio Caño no se siente cómodo con el particular tratado (a pesar de llevar una ristra de años al otro lado del Atlántico), bien porque 1.500 caracteres no dan para más en la explicación de una realidad compleja, las tesis de sus artículos devienen simplonas, inefectivas, a medio camino de una conclusión que siempre muestra matices ambivalentes, bien lejos de un algo coherente. Y lo cierto es que al final uno se desayuna con las mismas posturas eclécticas de ni chicha ni limoná.


Nos dice aquí que:


- “Los demócratas pagarán un alto precio por la furia de una gran parte de la población contra el conjunto del establishment político”

- “Los republicanos se verán debilitados por el ascenso de la extrema derecha del partido”

- “La perspectiva es aún peor para los demócratas (…) [pues] el índice de aprobación a la labor del Legislativo apenas supera el 20 %”


Pero lo cierto es que:


- De las tres afirmaciones, sólo la segunda no me parece gratuita: la irrupción de los acólitos del Tea Party radicaliza la elección de los candidatos republicanos en las primarias (algunas de ellas en estos días, la mayoría teniendo lugar la segunda semana de Septiembre) y en verdad los sitúa alejados del centro (independientes) de los que depende, a menudo, la victoria. Y esto así porque sabemos que los yellow-dog Democrats y los rock-ridden Republicans, incondicionales ellos de sus respectivos, votarán, como siempre han hecho, a su partido. Demos un pase con esta.

- La tercera y la primera tesis conforman un non sequitur escandaloso: un índice de aprobación del Congreso en torno al 20 % es lo más habitual desde los años del Watergate en los que el escepticismo por el gobierno federal se instala en el imaginario estadounidense, ergo no colijo de tal afirmación que “la perspectiva [sea] aún peor para los demócratas”.



Fuente: Gallup. El pico centrado en 2002 tiene que ver con la respuesta popular tras los atentados del 11S.


Es más, con un poco de revisión bibliográfica uno se entera de que los estadounidenses tienden a denigrar el trabajo del Congreso (ese 20 % de aprobación) al tiempo que suelen aprobar con muy buena nota (superior al 50 %) la labor del representante del distrito en ese mismo Congreso. Interesante pero difícilmente sorprendente: ¿dónde está la relación causal entre esto y una segura derrota demócrata?


- Un 48.1 % de la población estadounidense aprueba la gestión del presidente frente a un 45.9 %. (Fuente: www.realclearpolitics.com) Nada despreciable teniendo en cuenta la que está cayendo económicamente (esa jobless recovery), el desastre medioambiental en el Golfo de México y el soniquete que proviene de los grupos posicionados más a la derecha.


Si lo comparamos con estadísticas similares de presidentes anteriores, algunos exitosos, otros no tanto, en las elecciones de mitad de mandato, creo queda claro que, a la luz de unos datos mínimos, ese 48.1 % debe ser visto como un cauteloso, razonable buen augurio.



Así que ese “aún peor para los demócratas” de A. Caño me sigue convenciendo más bien nada.


- Normalmente el partido en la presidencia pierde entre 17 y 20 escaños en la House of Representatives durante las elecciones de mitad de legislatura. Acabo de encontrar la cita por casualidad:


"On average, the president's party will lose almost nineteen seats in the first midterm election of the president's term" However, "a complete understanding of this phenomenon is elusive, and aberrations make prediction difficult." (Shea&Burton, Campaign Craft, p. 34)


Y comento lo anterior porque este movimiento popular que nos venden como ascensión incontrolada, imparable del Tea Party en las elecciones del 2 de Noviembre tiene un lado menos halagüeño para sus propios: está generando muchas expectativas en su electorado potencial. Como dice Lincoln Mitchell en su artículo en el Huffington Post, cualquier resultado que no suponga superar esa media anteriormente descrita de los 20 (plus minusvae) hará que los Republicanos tengan que inquirirse sobre la idoneidad del mensaje de oposición frontal que están articulando. Las diatribas del Tea Party y la elección de candidatos republicanos en las primarias altamente inelegibles en las generales presentan un efecto doble: disminuyen las probabilidades de que su triunfo sea tal a la par que elevan los ánimos de sus seguidores (sursum corda) ante un advenimiento que puede no producirse.


Crear y promover esa percepción de que estamos ante el fin de la Presidencia Obama es arriesgado y cortoplacista. Lo segundo porque es una oposición frontal ante serías discusiones políticas que deben afrontarse (sistema de salud, energía, cambio climático, inmigración). Y lo primero porque ese juego de altas expectativas parece de lejano cumplimiento.


A veces tengo la sensación de que los periodistas profesionales de esta nueva era digital, abrumados por el ritmo y la velocidad que son ahora habituales, acaban escribiendo artículos (salvo muy honrosas excepciones) que huyen del delicado trabajo de contrastar y contar algo nuevo refugiándose en lugares comunes y una prosa literaria anacrónica en el continente que, lejos de tapar los defectos en el contenido, no hace más que descubrirlos. Periodismo de refrito y composición.

1 comentario:

  1. I fully agree con todo lo que dices. No es de recibo que un corresponsal sólo sirva para hacerse eco de que ya se publica, y con dudosa calidad, en el país. Eso se puede hacer desde casa y con Google Translate.

    Pero también es cierta tu conclusión: mIra por curiosidad cuántos artículos firmó A. Caño ese día en el diario y sus suplementos. Yo lo hice por las mismas razones que tu has escrito este post. Te sorprenderás.

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