viernes, 11 de junio de 2010

Sobre sociedad civil, participación y desafección...


No soy dado a publicar artículos de medios españoles pero este de Fernando Vallespín en El País incide en dos puntos que me son profesionalmente interesantes.


Un país en el diván


El primero la desafección sobre la que una campaña de base (grassroots campaign), que aquí y aquí y visualmente aquí (muy recomendable este; lo remiro y siento falsa modestia de aquella entrevista hecha tras dos noches sin dormir) someramente se explica, capitaliza.


Y es que antes de las presidenciales estadounidenses del 2008, las campañas electorales sólo de base habían sido rechazadas como pertenecientes a un mundo ya inexistente. Permanecían éstas en el ostracismo de la comunicación política ya que sus requerimientos en términos de voluntarios, intensivas en tiempo y en organización, no casaban bien con las tendencias a la centralización de los partidos y parecían tener menos efectividad ante los nuevos métodos de captación de votantes. Se asumió enseguida que los anuncios bien dirigidos, la consecución de prensa favorable y el envío de cartas con material político eran todas ellas maneras mucho más eficientes de utilizar los escasos recursos. Además, las campañas de base dependían del trabajo de militantes voluntarios, lo que añadía no poca imprevisibilidad en su implementación.


Como dicen algunos consultores políticos estadounidenses,

Local party volunteers [were] not the force they once were


Habitual de las campañas decimonónicas, el contacto directo como herramienta de persuasión había pasado a mejor vida.


Sin embargo, el triunfo del movimiento Obama supuso una vuelta a la primera plana de la campaña de base. Y eso es exactamente lo que hicimos el año pasado con nuestra Diana Reyna, nuestra Alcaldía de Nueva York, nuestra victoria en el 34. El uso post-moderno de las herramientas de contacto directo con el votante, estructurado según los movimientos de activismo político estadounidense de los años 80 ha sido un éxito arrollador: regresar a la visita individualizada del votante más que compensa, en términos electorales, el esfuerzo de organización que conlleva.


“No nos engañemos, esta vez la solución no vendrá desde arriba, desde la política institucional. Inexorablemente pasa por el compromiso de todos” (El País, Vallespín)


Yo apostillaría que inexorablemente pasa por una grassroots campaign que genere ilusión no en un candidato o en nuevo programa sino en una nueva forma de entender la relación de responsabilidad con la clase política. ¡Ojo!, siempre aviso a los que desde arriba en esto tienen interés, hay implicaciones normativas en las expectativas levantadas.


Eso por un lado.


Y por otro menciona el artículo la ausencia de sociedad civil articulada que sea capaz de generar suficiente debate y ruido, suficiente contenido y continente, como para plasmarse como polo distinto de atención.


Pero sobre la activación de la sociedad civil y el aumento de la participación me reservo hasta dentro de dos días en los que hablaré sobre la Jornada que tendrá lugar el 6 de Septiembre en Albacete con la ayuda de la Obra Social de la Caja de Castilla La Mancha…


Sirva, no obstante, esta introducción que algún tiempo tiene ya.



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